Mi reino por un instante de tranquilidad. Solo eso pido, tranquilidad. Un momento de silencio. No es que ya no pueda, es solo que me hace falta un poco, así como una bocanada de aire después de aguantar la respiración bajo el agua por mucho tiempo.
– Se confirman 1,8 millones de personas infectadas en todo el mundo– dice la mujer de las noticia en tono casi lúgubre. ¡Vaya número! Si es tan solo la población de Iztapalapa.
No quiero pensar en esto y heme aquí, escribiendo al respecto. Es como una especie de masoquismo casual, como tocarte un moretón o escribirle a tu ex para desearle feliz pandemia.
Demasiadas emociones. Lejanía, estrés, insomnio, conferencias interminables, sobreinformación, redes sociales, vino, cajeta y disociación. ¡Hola oscuridad, mi vieja amiga! ¿Por qué estás aquí si es de día?
Siendo optimistas, es una cuarentena más maníaca que depresiva…
Aunque al principio mi ansiedad social fue la más agradecida con Susana Distancia, en miras de la quinta semana de encierro –creo es la quinta, no estoy seguro de nada, ya he perdido la noción del tiempo (y espacio)–, empiezo a tener pensamientos de proximidad que me preocupan. He fantaseado con abrazar al Botanas tan pronto regrese a Polanco.
Es curioso todo lo que descubres de ti encerrado en casa, esas cosas que no has hecho en tu vida y siempre has querido; como visitar una tienda de Fantasías Miguel, por ejemplo. Ya decidí que será de las primeras cosas que tacharé de mi bucket list posapocalíptico cuando todo vuelva a la normalidad, si es que existe tal cosa como la “normalidad”.
Extraño mi libertad. Ya sé que antes no salía, solo que era por elección. Cuando es a fuerza, todo cambia. Ya no sabe igual. Como cuando lees porque es tarea o escribes porque tienes que.
No es sencillo mantener la cordura, pero más difícil es mantener la figura. A mi lista de predicamentos hay que agregarle los carbohidratos. Adiós a los resultados de un año de gym. Lulú de Cartón es mi nuevo apodo. Estoy a nada de una orden de restricción del refrigerador. No tengo autocontrol.
Al menos mi vida sentimental va bien y la acción en la cama no ha parado. Tengo un acompañante diferente cada noche y a veces me da por juntar al ganado: Netflix, Prime, Claro Video, YouTube, Izzi. Tanto que ver y nunca hay nada. Spotify es sin duda mi relación más estable hoy en día. No sé qué sería de mí sin las playlists para cada mood del día: “Hiperventilando en junta desde el comedor”, “Desolación a medianoche desde la sala”, “Perreo tóxico en la regadera”.
El entretenimiento es efímero y pese a que opciones sobran, nada parece ser lo suficientemente bueno o simplemente no dura tanto como esperabas. Cualquier parecido con mi vida amorosa es mera coincidencia.
Hasta eso, no he resentido tanto la falta de intimidad. De cualquier forma ya llevaba un rato sin sexo y si tenía ya ni besaba en la boca, pero esa es otra historia. Para ser honesto, sí hubo una semana en que ya no me aguantaba, parecía adolescente y no solo por el acné que me ha ocasionado el estrés. Solo diré que las duchas frías no eran suficientes. Pensé en sacarle provecho a cierta app de citas y me di cuenta del gran error pronto. Las notificaciones no paraban. Una buena racha para mi ego, a decir verdad. Era obvio que no era la única persona buscando atención, mucho menos una caricia desechable. Sin embargo, la inseguridad y el esfuerzo que implica parecer un ser humano más o menos interesante quitan todas las ganas, y luego coger con cubrebocas, por más fetiche que parezca, no gracias. Prefiero dormir.
Y lo digo en serio, quisiera dormir más, pero el Hada de los Sueños anda con sobredemanda y yo en la lista de espera. Me llegó más rápido el vino que compré en línea que las horas de sueño continuas. De por sí lento, ahora parezco personaje de Zootopia.
A veces pienso qué va a pasar cuando esto “termine”, pero la realidad es que está lejos de terminar. Claro, la emergencia sanitaria va a pasar, la economía seguirá su ciclo y nos saludaremos de mano otra vez, aun cuando soy partidario de dejar la sana distancia como política pública fija. Algunos saldrán mejor librados que otros, así son las crisis. Lo importante es recordar que hoy es Pascua y siempre puedes encontrar los huevos que necesitas para conectar con tu locura y hacer algo al respecto.
Lamento deberles una reflexión sobre lo afortunados que somos por nuestros privilegios. Hoy ando poco creativo. Esto iba a ser un relato de zombies.